En el mercado alimentario, podemos encontrar distintos estándares para brindar soporte y garantizar la calidad e inocuidad de los productos elaborados. En anteriores publicaciones, ya hemos comentado la variedad de certificaciones que existen en la industria alimentaria, dependiendo de la actividad de la empresa y ámbito de actuación será recomendable una acreditación u otra.
En cualquier caso, una certificación genera confianza en los consumidores y proveedores, además de que ayuda a disipar dudas acerca de su proceso y calidad.
Algunas de las normas de Calidad y Seguridad Alimentaria más empleadas en la industria agroalimentaria son BRC, IFS, FSSC 22000. Otro estándar conocido pero poco frecuente en Europa, es la SQF (Safe Quality Food), una certificación internacional para procesos y productos.
Uno de los principales beneficios de contar con alguna de las certificaciones mencionadas anteriormente es que están reconocidos por GFSI (Global Food Safety Food o Iniciativa Mundial de Seguridad Alimentaria), lo cual permite expandir el negocio a otros territorios internacionales y satisfacer las exigencias de los consumidores/proveedores más exigentes.
Cada una de las normas avaladas por el GFSI, tienen la obligación de tener un plan de evaluación de medidas de mitigación frente al fraude con unas condiciones específicas. El desarrollo, implementación y certificación permite minimizar riesgos de fraude alimentario.
El objetivo final de todas las normativas, es garantizar que los productos que llegan al mercado cumplen con la legislación vigente en cuanto a los parámetros de calidad y seguridad alimentaria.
Entre los casos más comunes de fraude está el etiquetado incorrecto. Los ingredientes de un producto son fraudulentos o engañosos: sustitución de un ingrediente por otro similar y más barato, presencia de ingredientes no declarados, adulteración de un alimento para mejorar sus características, cantidades erróneas que no se corresponden con la realidad.
El fraude puede llevarse a cabo en cualquier fase de la cadena alimentaria, por ello se debe prestar atención especial a todos los agentes que intervienen en la cadena alimentaria. La importancia de atender al fraude alimentario es de vital importancia ya que, en el peor de los casos, podrían derivar en riesgos para la salud de los consumidores. Si tomamos como ejemplo el etiquetado, cobra mayor importancia aún ya que es el único punto de encuentro entre el consumidor final y las empresas alimentarias; por lo tanto, el consumidor debe poder leer y comprender toda la información.
¿Cómo se puede evitar el fraude alimentario?
- Proveedor:
– Datos históricos.
– País de procedencia.
– Certificaciones en normas GFSI - Materias primas:
– Probabilidad de ocurrencia (ej. Existen casos documentados en el producto, si el producto se ve envuelto de manera habitual en casos de fraude, si el valor añadido del producto es alto)
– Probabilidad de detección (ej. detección es sencilla y un consumidor medio podría distinguirlo, si la detección sólo es posible mediante métodos analíticos).
Una buena herramienta para conocer los casos de fraude que se han producido, y poder realizar una mejor evaluación de la probabilidad de ocurrencia de fraude en una materia prima son los Reportes Mensuales que realiza la Unión Europea. Con publicación mensual, recopilan todos los casos de fraude a nivel mundial indicando: localización geográfica, grupo de alimentos afectado y tipo de fraude cometido.
Principales estándares de seguridad alimentaria
Norma SQF
El programa SQF se desarrolló por primera vez en Australia en 1995, actualmente pone de manifiesto el compromiso de una empresa con la seguridad de los productos, la calidad y el cumplimiento de la legislación, así como con la protección del consumidor tanto en los mercados nacionales como internacionales.
Consiste en un sistema integrado de gestión de inocuidad y calidad alimentaria sustentado en un programa global de certificación, diseñado para que las organizaciones muestren su conformidad con los requerimientos de seguridad alimentaria. Es aplicable a diferentes tipos de industria dentro de la cadena de suministro: producción primaria, fabricación, procesamiento, empaque de alimentos, transporte, almacenamiento, distribución, mercadeo y servicio de comidas. Así como a cualquier tamaño de empresa.
La última actualización SQF edición 9, que se implementó en 2021, buscaba principalmente cumplir con los requisitos de la evaluación comparativa de GFSI 2020, mayor facilidad en el uso de los códigos y una reestructuración en la metodología y los requisitos técnicos del Código.
Uno de los temas destacables que cambiaron en ésta nueva versión, es cómo se aborda el fraude alimentario. Las cláusulas 2.7.1 Plan de defensa alimentaria (obligatorio) y 2.7.2 Fraude alimentario (obligatorio), fueron modificadas para reflejar todos los requisitos de fraude alimentario.
IFS (International Food Standard)
IFS es una norma de seguridad alimentaria que establece requisitos de gestión de Calidad y de Seguridad Alimentaria en empresas del sector agroalimentario, con el objetivo de lograr la máxima seguridad en los procesos de fabricación y/o manipulación de alimentos.
Este estándar es aplicable a todo el proceso de producción y manipulación de alimentos y va dirigido a cualquier empresa del sector alimentario que se dedique a la fabricación de productos. Bajo el paraguas de la norma IFS, también existen otros estándares como:
- IFS Logistic: para el almacenamiento, distribución y transporte, así como actividades de carga y descarga en entornos donde se trabajen con alimentos o productos no alimentarios.
- IFS Packaging Guideline: empresas que se dediquen al envasado de productos.
- IFS Cash & Carry: estándar que cubre todas las actividades de tratamiento de productos a granel no empaquetados en autoservicios mayorista o empresas mayoristas.
- IFS HPC: empresas que forman parte de la cadena de producción de productos de higiene personal y productos químicos para el hogar.
- IFS Food: estándar para la realización de auditorías a empresas que procesan alimentos o a empresas que empaquetan productos alimentarios a granel, la manipulación de productos a granel y las actividades realizadas durante el primer empaquetado.
BRC (British Retail Consortium)
También conocido como Global Standard for Food Safety, es un estándar global en materia de seguridad alimentaria publicado por primera vez en los años 90. Se trata de una norma de certificación que abarca los requisitos de un sistema de análisis de peligros HACCP (Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control) de acuerdo con los requisitos del Codex Alimentarius, un sistema de gestión de calidad documentado, y el control de requisitos de las condiciones ambientales de las instalaciones, de los productos, de los procesos y del personal.
Nació con el propósito de servir a la industria de distribución minorista británica, garantizando un sistema uniforme de calidad e inocuidad. Sin embargo, a lo largo de los años, también se han ido desarrollado estándares BRC específicos para diferentes sectores relacionados con la alimentación y otros sectores anexos, tales como envases y embalaje o, almacenamiento y distribución.
FSSC 22000
Se trata de una de las certificaciones más aceptadas a nivel internacional, es una combinación de la ISO 22000 y de requisitos adicionales de la FSSC. El resultado es una herramienta para la certificación de los sistemas de inocuidad de los alimentos, que garantiza la seguridad de los productos durante la producción primaria de productos animales; la fabricación de productos perecederos de origen animal y/o vegetal; los productos de larga duración y (otros) ingredientes alimentarios como aditivos; vitaminas y biocombustibles; la producción de alimentos y piensos para animales; la fabricación de envases alimentarios y los servicios de restauración; venta al por menor/mayor; y transporte y almacenamiento.
En éste post sólo se han nombrado algunas de las normas más reconocidas pero, en cualquier caso, con la implantación y certificación de estos sistemas de gestión se garantiza la seguridad, calidad y cumplimiento con la legislación vigente de los alimentos. Es decir, se fortalece la seguridad alimentaria y se transmite un compromiso de calidad a todas las partes interesadas.
Desde SEGAL recomendamos verificar constantemente si la empresa se ha protegido correctamente ante el fraude alimentario y si se han implementado todos los estándares exigidos.
Contamos con experiencia y un equipo multidisciplinar, que está al tanto de todas las actualizaciones y tiene un conocimiento exhaustivo acerca de la implementación de diversas certificaciones.